lunes, 3 de noviembre de 2014

La princesa y los focos.

El problema revolvente de los cuentos de hadas es que usualmente esperamos que acaben de cierta manera, y desde un inicio pensamos que debemos saber cómo debe acabar. Este cuento no es uno de esos cuentos; probablemente porque escribir sobre una princesa y no hablar de su gran reino ya nos pone en un apuro tremendo, felizmente esta es una princesa que sabe no dejarse amilanar por estereotipos, sabe que ser princesa no tiene que ver con un reino, una corona, sirvientes o, menos aun, con un príncipe (en su momento expresó que uno no sería suficiente); ella tiene claro que hay algo más, algo intangible, tan valioso y escaso, que escapa de la mayoría de escalas de valor(y a la mayoría de princesas).
El otro tema son las hadas, porque este es sin lugar a dudas un cuento con hadas; y es que hay hadas y hadas, y en este cuento las hadas gustan de contar cuentos, pues son seres de sueños, y nuestros sueños son los cuentos de hadas mas dulces o los más terribles. Por eso cuando un hada se mete en la noche por tu ventana, piensa seriamente sobre tu día y pon tus pensamientos en paz, porque cuando las hadas revuelven tus sueños, te pueden regalar la mayor inspiración o traer de vuelta a tus peores pesadillas.
Y no es que las hadas sean criaturas del mal, lamentablemente ese es otro problema de este cuento, no sabemos aun donde esta el mal, o si esta en algún lado, pero sabemos que no es culpa de las hadas, ellas hacen lo que deben hacer, llevar a los seres vivos inspiración o enseñarles a enfrentarse a sus miedos. Los miedos del ser humano vuelven a sus sueños pesadillas y las hadas no se encargan de evitar eso.

La princesa vivía en la ladera de un monte al lado este del reino, en las mañanas salía a pasear por entre los árboles con sus hijos guardianes, cuidaba y guardaba a su reino mientras estiraba las piernas, y soñaba con mundos más hermosos, mundos en los que sus protegidos no sufrieran, en donde el amor no sea un momento en el tiempo y en el que aquellos a quienes queremos nos acompañan aún luego de haberse ido.
Y una noche(porque todo cuento debe llegar a esa noche) un hada se metió por la ventana de la princesa y decidió contarle el cuento del rey de los focos, y el cuento era de antes que el rey de los focos fuera rey de nada, de cuando era un pequeño príncipe, mucho tiempo atrás, preguntándose por qué la oscuridad era tan terrible.

En esa época las hadas entraban más seguido a las habitaciones de los príncipes y princesas, cuando se ponía el sol y no había que alumbre, las hadas, siendo seres que temen a la luz, aprovechaban esos momentos para inundar sus mentes de sueños de grandes reinos y hermosas canciones. Sin embargo este príncipe en particular temía a la oscuridad, y no era este temor sano a lo desconocido, sino un fuerte miedo a la ausencia de luz; cuando las hadas se metieron por su ventana, el príncipe dormía en la oscuridad, algo agitado; en las memorias del rey de los focos está escrito que esa noche fue la noche que decidió dejar de soñar.

Y ese fue el gran problema, la mañana siguiente invento los focos, y con los focos las hadas no entraban en su cuarto, el miedo a la oscuridad había sido aplacado y nunca más un hada la daría pesadillas, pero tampoco le daría inspiración. Y entonces el rey se quedó como señor de los focos y portador de la luz, otros hombres que comenzaron a temer a la oscuridad comenzaron a utilizar los focos y le rey fue ganando poder y más poder, cada vez aparecían más focos y menos hadas. El rey no volvió a soñar y nunca superó el miedo a la oscuridad.
Poco a poco otros hombres temerosos inventaron nuevos focos, más potentes, que iluminaban lugares más allá de sus cuartos y siguieron los pasos del ya difunto rey, y poco a poco perdieron la capacidad de soñar. Porque el sueño que venía de las hadas, era lo que nos hacía crecer, y nuestras pesadillas nos enseñaban a lidiar con nuestros miedos; aquellos que no podían recibir a las hadas en las noches no podían crecer, y quien no puede crecer, está condenado a temer a la oscuridad.

En el sueño que el hada le mostró a la princesa, los focos estaban matando a las hadas y las hadas necesitaban ayuda, el ser humano no lo sabía pero mucho tiempo había pasado desde que buscó en la luz la respuesta a sus miedos, en lugar de buscarlos en ellos mismos, esto mataba a las hadas; por eso le recordaron a la princesa que la clave de vencer el miedo a la oscuridad no está en el foco que podamos traer, sino en la luz que nos guía desde dentro(crípticas como son las hadas).

Esa mañana la princesa se levanto a caminar por el bosque como todas las mañanas, mientras la naturaleza despertaba a su alrededor y sus guardianes comenzaban a seguirla, recordó que su amigo el escriba había regresado a su antigua torre luego de muchas aventuras y decidió visitarlo y hablarle de su sueño. El escriba escucho el sueño de la princesa atentamente y luego cerró sus libros y decidió contarle un poco más sobre las hadas, las pesadillas y el origen de los miedos.

Durante horas y horas el escriba y la princesa conversaron acerca de sus miedos y de los focos que debían apagar(así como los que aún tendrían que seguir prendidos). La mañana siguiente la princesa se fue a seguir caminando y el escriba salió de su torre para buscar más conocimiento (como hacen los escribas todas las mañanas). Esa noche el escriba apago el foco y un hada lo hizo soñar.

La princesa siguió caminando por el bosque pensando y soñando, esperando el momento para apagar sus focos y enfrentarse a sus miedos, esperando el momento para apagar los focos de más gente. Esa noche la princesa durmió con miedo a la desaparición de las hadas y de los sueños. Poco tiempo después la princesa sería atacada por sus pesadillas, pero eso ya es otra parte de la historia, y como ya les conté el problema con este cuento es que no termina como un esperaría, y no termina ahora.

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